Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante;
inclina hacia mí su oído el día en que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del infierno;
me rodeaban tristeza y angustia, invoqué el nombre del Señor: Te ruego, Señor, sálvame
Retorna alma mía a tu reposo, porque el Señor fue bueno contigo.
El te ha salvado de la muerte, ha preservado tus pies de la caída.
Tenía fe, aún cuando dije: Yo soy un desgraciado, y pensaba en mi angustia: todo hombre es falso.
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la bendición, e invocaré el nombre del Señor.
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