Según San Lucas 8, 16-18.
Reflexión.
Nuestro examen de conciencia al final del día puede compararse al comerciante que repasa la caja para ver el fruto de su trabajo. No empieza preguntando: ¿Cuánto he perdido? Sino más bien: ¿Qué he ganado? Y acto seguido: ¿Cómo podré ganar más mañana, qué puedo hacer para mejorar? El repaso de nuestra jornada acaba con acción de gracias y, por contraste, con un acto de dolor amoroso. Me duele no haber amado más y espero lleno de ilusión, estrenar mañana el nuevo día para agradar más a Nuestro Señor, que siempre me ve, me acompaña y me ama tanto. Quiero proporcionar más luz y disminuir el humo del fuego de mi amor.
María, Estrella de la mañana, Virgen del amanecer que precede a la Luz del Sol-Jesús, nos guía y da la mano. «¡Oh Virgen dichosa! Es imposible que se pierda aquel en quien tú has puesto tu mirada» Interceda para que cada día, nos llenemos de su AMOR. El es aceite y nosotros las velas. Si tenemos boquete el aceite se pierde. Que nuestra vida nunca dejemos pasar ni perder SU AMOR por nuestra culpa.
Historia de la Merced.
La Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes es una de las advocaciones marianas de la Bienaventurada Virgen María. Es equivalente también el nombre de Virgen de la Misericordia.
Se dice que el 1 de agosto de 1218, fiesta del santo fundador Pedro Nolasco tuvo una visita de la Santísima Virgen, dándose a conocer como La Merced, que lo exhortaba a fundar una Orden religiosa con el fin principal de redimir a aquellos cristianos cautivos.
La devoción a la Virgen de la Merced se difundió muy pronto por Cataluña y por toda España, por Francia y por Italia, a partir del siglo XIII con la labor de redención de estos religiosos y sus cofrades.
Bendita Virgen de las Mercedes protégenos y guía nuestro camino con tu luz y misericordia infinitas.
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